Sobre el abismo de una civilización amnésica, se plantea un puente entre el pasado y el presente, donde los grafismos cobran vida, y los personajes se convierten en intérpretes de una narración cuasi nostálgica.
Se cuestiona el origen, de la historia allí donde la antropología denota la teoría evolucionista; de la urbe que despoja de memoria y de valores; y de la esencia misma en cuerpo y espíritu de un cimiento con rasgaduras cual heridas, cuya sangre son los ríos incesantes de llanto alegre o penoso que se esparcen por ésta, mi Argentina.